El botón de salida de las rebajas en Canarias fue pulsado el pasado 7 de enero por consumidores de todos los ámbitos, sin tener en cuenta que en la mayoría de los casos los descuentos en las grandes superficies, las estrategias de marketing del clásico 3×2 o las ferias de saldos, que destruyen poco a poco el pequeño y mediano comercio, ya se han comido las rebajas.
Ese baúl supuestamente lleno de sueños en forma de elementos textiles, calzado, bazar, electrónica, telefonía, etc. ya ha sigo conquistado por el público susceptible de no solo ser engañado sino manipulado para que descuentos y rebajas sean algo diferente. Pero no se engañen, no lo es, caemos en la trampa sibilina de las grandes superficies de comerse la mayor porción de una tarta que no crece sino que decrece, convierte al comercio de toda la vida en un títere de las administraciones, que más allá de establecer unos parámetros justos, de equidad, y competitivos se ponen de la mano de Golliat permitiendo más aperturas o ampliaciones de las zonas de influencia turísticas.
Incluso planteando que hasta polígonos industriales sean reconvertidos a comerciales y puedan entrar en esas zonas de gran afluencia, cuando en el planeamiento urbanístico no están dotados de equipamientos necesarios para poder asumir las colas, los aparcamientos, y los problemas aparejados a estas interesadas modificaciones.
El pequeño y mediano comercio supone en Canarias y en el resto de España el 90% del tejido económico; el que sustenta a miles de familias con empleo estable. Es una actividad en la que los descuentos son un lujo fuera de la temporada de rebajas.
Es triste ver como cierran cada día comercios que han sido icono de una época y que ya no son rentables, siendo sustituidos por la maquinaria comercial que todo lo clona.
El periodo de rebajas, que debería ser un respiro para los comercios en Canarias, y poder dar salida a los stock de mercancías para la nueva temporada, se ha convertido en una penitencia que tenemos que soportar observando desde el cristal del escaparate la fuerza y la capacidad que tienen los grandes de demoler las ilusiones y desde sus ridículos altares señalarnos advirtiendo alzando la voz, “los descuentos se han comido las rebajas”.
Con el paso del tiempo en poco más de veinte años el modelo comercial americano se ha impuesto al modelo comercial europeo. Han ganado los descuentos continuos y las ofertas permanentes a las rebajas de invierno y verano.
La liberalización ha traído consigo que solo los fuertes puedan resistir esa sangría de precios que lejos de beneficiar a los consumidores con precios más bajos, este logrando que se concentre la oferta en los grandes y fuertes y poco a poco se pierda oferta comercial y todo quede en manos de unos pocos.
Tristemente se está perdiendo la singularidad del comercio, ese artículo diferencial o exclusivo, esa oferta diversificada se ha perdido en pro del consumismo y ya la oferta es casi igual en las calles comerciales de cualquier ciudad en la que estemos, las mismas franquicias y las mismas tiendas están en todo el mundo y compramos, usamos, tiramos y vestimos todos igual con los artículos de las marcas con las que mejor nos identificamos.
La curva de oferta y demanda se ha roto y las tendencias han sido claras, ha ganado el “low-cost” y el “lujo”. El consumidor no le da valor a lo que compra y lo quiere de una calidad baja mínima para usar y tirar o por el contrario pagan un sobrecoste para poder llevar una marca que los diferencie ya no por su clase social, sino por su capacidad y nivel de consumo.
Con este panorama y a la vista de lo que cada día vemos, todos asistiremos en primera persona y seremos participes de como el comercio modifica sus conductas y estrategias para reinventarse nuevamente, adaptarse a nuevos canales y formatos para sobrevivir pero tengan por seguro que “Los descuentos se han comido las rebajas”.
Antonio Luis González Núñez
Presidente de Fedeco Canarias